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Europa ante la crisis de los refugiados sirios

Como siempre Europa, la U.E. concretamente, y para afinar más, los países del occidente europeo, donde la realidad de la sociedad es diferente a lo que piensa el Poder Político y los Medios de Comunicación, se convierte en la “tierra prometida” de los migrantes.

Como siempre cualquier objeción a la respuesta solidaria infinita que hemos de dar los europeos, es tachada de inhumana.

Sin embargo, empieza a caerse el escenario montado.

Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría rechazan las cuotas obligatorias para alojar a los refugiados.

El Reino Unido y Francia acaban cediendo a regañadientes, a pesar de tener cerrado a cal y canto el paso a los migrantes por el túnel del Canal, hasta hace cuatro días. La población británica y francesa están al borde de la reacción antimigratoria.

Viena, con dos millones y medio de habitantes, sacó a sus vecinos a pedir que se acogiese a los sirios… salieron veinte mil…

Viendo las imágenes que un refugiado sirio graba, de su recibimiento en un pueblo alemán y que cuelga un diario en youtube, se aprecia que, a pesar de tener un buen inicio, con una veintena de voluntarios agitando girasoles, cuando el autobús da la vuelta al seto, no hay nadie más. Pocos para la población de cualquier pueblo alemán, que con la misma población, en España se les denomina ciudades.

Quizás los ciudadanos europeos, en su mayoría, perciben que tras la muy loable solidaridad con los que sufren una guerra, llegue un efecto llamada del que en España sabemos demasiado. Y esperemos que no se traduzca en respuestas violentas contra los refugiados, que ya se están dando en Alemania, y que los Medios se encargan de esconder lo que pueden.

Tampoco se puede predicar y dar un ejemplo testimonial, esperando que el trabajador europeo trague con lo que va a suponer una nueva y enorme carga fiscal para mantener los millones de refugiados procedentes de países en conflicto que van a empezar a llegar en masa buscando la solidaridad europea. Aparte del desplazamiento de los oriundos en favor de los recién llegados.

El Papa Bergoglio no puede pedir que cada parroquia europea acoja a una familia de sirios, y como ejemplo, ya que el Vaticano tiene dos parroquias, va a acoger a dos familias de refugiados. Si Bergoglio quiere dar ejemplo debe pedir proporcionadamente, ya que muchas parroquias europeas, españolas, tienen a la mayoría de sus fieles en paro o pasando estrecheces económicas y no pueden repartir más que penurias, y el Vaticano con parte de sus riquezas y obras de arte puestas en venta, puede mantener a varios miles de refugiados en sus enormes palacios.

A 2015 se mantienen guerras activas en Afganistán, Birmania, Chad, Etiopía, Irak, Palestina, Nigeria, Pakistán, República Centroafricana, Congo, Somalia, Sudán, Yemen… Siria… por citar los conflictos más conocidos. Hay combates intermitentes en Argelia, Filipinas, India, Sri Lanka, y un largo etcétera. Los catorce países con guerras declaradas citados en el primer bloque suman 750 millones de habitantes. Conque sólo un 10% de su población acuda al efecto llamada, la U.E. tendrá que alojar a 75 millones de personas, un 15% más de su población total, sin recursos, sin contribuir, a los que regalar manutención, asistencia médica, escolar, vivienda, con tasas de crecimiento demográfico enormes, que desplazarían a la población autóctona empezando por los que desarrollan los trabajos menos cualificados.

Detrás de la tragedia de los sirios hay intereses, interesados, y responsables históricos y actuales, y no son los ciudadanos europeos ni los interesados ni los responsables.

La responsabilidad de los Medios.

Penosa, por calificarlo suavemente, es la propagación por todos los Medios de Comunicación, de las imágenes de un pobre niño ahogado en una playa turca. La última imagen del pobre Aylan ha dado la vuelta al mundo, para avergonzar a Europa por su intento en contener una oleada a la que no puede hacer frente, si no es diluyéndose y desapareciendo.

Aylan no tuvo la intimidad de tener su pequeño cuerpo tapado por una manta, como se hace respetuosamente con las víctimas de los accidentes de tráfico, atentados o cualquier aparición de un cadáver en la televisión. No les ha dado vergüenza dejar su cuerpo inerte bambolearse con las olas durante un tiempo, sin taparlo al menos, hasta que vemos a los fotógrafos terminar su trabajo, con el policía que finalmente lo cogió en brazos quieto, mirándolo, hasta que le dieron la orden de recogerlo.

Se censuró en su momento la campaña “sangrienta” de la D.G.T. porque, para concienciar a los conductores de la gravedad de los accidentes de tráfico, se mostraban cuerpos de víctimas sin tapar… herían la sensibilidad de las víctimas reales. Se censuraron en su momento las imágenes más sangrientas del 11-M, hubo quien pensó que podían dar pie a reacciones no deseadas contra los musulmanes. Se esconden las imágenes de las europeas agredidas por islamistas, cuando, llevando a cabo “actos impuros”, toman el sol en bikini en las playas europeas. Los Medios muestran lo que quieren con una intención clara de soliviantar a la población y llevar su voluntad en una dirección u otra. Y la censura sólo actúa donde interesa.

La responsabilidad del antiguo colonizador.

Una de las eternas culpas que se le echa encima a Europa, es la de haber sido la colonizadora de determinados países en su momento. En base a la supuesta responsabilidad que implica haber sido el colonizador, y no haber descolonizado correctamente, se genera un supuesto sentimiento de culpa por todo lo que pasa en la antigua colonia, aunque se haya independizado hace 200 años.

En el caso de Siria la presencia europea se limitó a 30 años, de 1918 a 1946, franceses y británicos. Un mero lapso hasta la independencia del país, pero el verdadero colonizador y opresor fue Turquía, durante 4 siglos, de 1516 a 1918. Ni dio tiempo a explotar el territorio por parte de los europeos, ni la intervención en Siria tuvo esa finalidad, ya que se trató de un paso en la desmembración del Imperio Turco tras la Primera Guerra Mundial.

La responsabilidad del antiguo colonizador de Siria, recae totalmente sobre el país que sirve de puente hacia Europa, quitándoselos de encima en vez de pedir a la ONU que le ayude a instalar los campos de refugiados, conforme a lo que establecen los Tratados sobre la materia que tiene firmada Turquía como miembro.

La responsabilidad de quien provocó la guerra.

No ha sido Europa quien ha provocado la guerra en Siria. Como mucho, por seguidismo, le dio el visto bueno a los Estados Unidos cuando éstos incluyeron a Siria en el famoso eje del mal.

Determinados intereses norteamericanos azuzaron a su socio, Arabia Saudí, para que las malas relaciones que les enfrentaban a Al Assad desde que llegó al poder, y a Siria en general desde su independencia, se hiciesen peores. Al alimón con Israel (curiosas alianzas) y las otras petromonarquias absolutas vecinas, Emiratos Árabes, Kuwait y Qatar, llevan años armando y financiando a la oposición a Al Assad. No soportan un estado casi laico gobernando desde la ciudad santa de Damasco. Ni sus relaciones con los rusos. Los enredos políticos de Oriente Próximo poco le interesan al ciudadano europeo, pero sí le afecta que quién ha provocado la guerra y el éxodo de los refugiados, quién es correligionario de los que se ahogan en el Mediterráneo, quién tiene un nivel de vida y una riqueza muy superior a la del europeo medio, cierre sus fronteras y no acoja a ningún sirio.

La responsabilidad de los políticos.

La Izquierda, en su particular visión del mundo, siempre defiende cualquier causa que agrande la riada migratoria hacia Europa, buscando la feliz Europa mestiza que anhelan. Pero cuando los migrantes que se asientan son musulmanes, los primeros que pagan las consecuencias físicas son aquellos izquierdistas ilusos. Todavía están sorprendidos por los asesinatos de sus dibujantes franceses a manos de yihadistas, el caso de Charlie Hebdo, y tantos otros actos.

Precisamente quienes cometen estos actos, y más en el caso de la dulce Francia, son hijos y nietos de emigrados musulmanes, aquellos “harkis”, argelinos musulmanes, que salieron huyendo de Argelia durante su guerra de su independencia, acompañando a los pieds-noirs franceses. Migrantes que también llegaban a Europa huyendo de una guerra en un país musulmán, y cuyos descendientes, nacidos en Europa, engrosan “sorprendentemente” las filas de los partidos y grupos islamistas más radicales de la U.E.

La derecha, sobre todo la más relacionada con el liberalismo económico, tiene su interés en la ingente masa de mano de obra supuestamente dócil que llega a la Unión. Y se ven apoyados por la izquierda buscando un fin común. Curioso.

Los intereses económicos.

El Gobierno Alemán está sorprendiendo a sus socios de la Unión con su postura excesivamente samaritana hacia los refugiados. Empezó la ministra de Empleo y de Asuntos Sociales, Andrea Nahles: “La gente que viene aquí como refugiada debe convertirse rápidamente en vecinos y en colegas». Poco después hemos oído, del presidente de la poderosa federación de industrias alemanas BDI, Ulrich Grillo algo más esclarecedor: «Si llegamos a integrarlos rápidamente al mercado de trabajo, ayudaremos a los refugiados, y nos ayudaremos a nosotros mismos»… e inmediatamente después se publica que en la región de Augsburgo, un consejero intercultural de orientación de la Cámara de Artesanado ha logrado colocar a 63 jóvenes refugiados en puestos de aprendiz.

Parece que los obreros alemanes no se conforman con la fabulosa idea de los minijobs a 400,00 € por medias jornadas, y hay que buscar mano de obra más dócil.

Los bienhechores empresarios alemanes se justifican, la población alemana envejece, quedan vacantes puestos de trabajo, necesitamos a los refugiados. No es así. La población alemana, europea, no envejece a voluntad, no dejamos de tener hijos por egoísmo, sino por la incertidumbre laboral y la absoluta falta de conciliación familiar a la que estamos abocados. En los tiempos del babyboom de los 60, los salarios subían, los gobiernos y las empresas premiaban la natalidad, se veía futuro, se podía arriesgan el europeo a tener dos, tres o cuatro hijos. Un poco de esfuerzo por parte de las empresas, en materia de horarios y salarios, aparte de estabilidad, harían subir la natalidad europea a los 2,1 hijos por mujer, la tasa de reposición de la población. El equilibrio.

Sin embargo han encontrado una fórmula mágica para mantener el coste laboral: Llega un avalancha de refugiados – Aceptan los minijobs a 400,00 € por media jornada – El resto del dinero que necesitan los refugiados para vivir lo pone el Estado, vía subvenciones, de hecho acaban de aprobar un paquete de ayudas por 6.000 millones de euros adicionales ( es decir, hay aún más dinero, esto es lo adicional ) – El dinero que aporta el Estado sale de los bolsillos de los contribuyentes, de todos, mayoritariamente obreros, no sólo de las empresas. El plan, mientras dure, es maravilloso, y más adelante ya veremos. Pero más adelante el obrero sangrado por los impuestos estará en paro o asfixiado por cargas fiscales, y se romperá todo. Lo mismo ocurrió durante la primera fase de la Crisis, cuando gracias otro maravilloso plan, se cargaron los ahorros de los ciudadanos europeos y el valor de sus viviendas. Ahora empieza la segunda fase, cuando van a exprimir el poco dinero que nos queda, el destinado a la subsistencia.

La sustitución de trabajadores autóctonos por otros venidos como refugiados, a la larga, no beneficia tampoco a los empresarios. Cuando pasa el tiempo, los emigrantes, o bien se han acostumbrado a vivir de las subvenciones y o no trabajan o lo hacen sin cotizar, o reclaman salarios mayores a los de los minijobs. Entonces es cuando necesitarán otra avalancha humana.

Los intereses geopolíticos.

Las grandes multinacionales respiraron aliviadas cuando se creó, en 1950 la Unión del Carbón y el Acero, germen de la U.E. Se garantizaba una estabilidad en Europa que haría imposible una nueva guerra. La estabilidad les daba cancha para montar sus negocios.

Algo les empezó a sonar mal cuando poco a poco, a la par que se sumaban nuevos miembros a la C.E.E: y después U.E., se hablaba de la ciudadanía de los europeos. Aquello no podía ser. La U.E. estaba destinada a ser su patio de juegos, no el solar patrio de una gente que pensaba. Entonces empezaron los virajes de la Unión hacia su lado empresarial.

Debió ser por entonces, años 80-90, cuando desde algún despacho de Wall Street, se fijaron en lo poco conflictivas que eran, de cara a sus intereses económicos, las ciudades con más inmigración extraeuropea; y recordaron al sr. Kalergi y sus planes para destruir la voluntad de las naciones mediante la erradicación de su Sentimiento de Grupo o Pertenencia. Lo peor para conseguir el aborregamiento deseado por las grandes multinacionales es esa Pertenencia, se corre el riesgo de una respuesta común frente a un atropello. Y la solución a la ecuación, en el caso europeo, es la introducción de grupos alóctonos, favorecer la migración masiva, de modo que cada grupo o raza dentro de un mismo país, mire sólo por sus intereses.

La solución lógica.

No se trata de demostrar humanidad acogiendo una riada de refugiados. Si se deja entrar a los primeros, ¿Qué pasará cuando el efecto llamada traiga a los 75 millones anteriormente mencionados? ¿ Y si son más, que lo serán? Si se cierra la puerta a los siguientes porque no nos podamos hacer cargo de todos ¿ No será un acto excluyente dar entrada a unos y a otros no?

La ONU sirve para pocas cosas, pero en el caso del ACNUR, acumula una experiencia que ahora se debería aprovechar. Aconsejan alojar a los refugiados en regiones cercanas a sus lugares de origen, con una población similar en raza, religión y cultura. Reclama la responsabilidad de quien ha generado el conflicto, y solicita a sus miembros la ayuda necesaria para dar el confort necesario a los refugiados hasta que éstos puedan volver a su país. Así se evitan conflictos derivados de las migraciones ocasionadas por una guerra, y que los migrantes se ahoguen cruzando mares.

Los campos de refugiados deben instalarse, hasta que se estabilice la situación en Siria, en Turquía, Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Qatar, países ricos, sobre todo los tres últimos, con población similar en religión y costumbres a la refugiada. Vigilados por cascos azules y sufragada la instalación por todos los miembros de la ONU, en especial por aquellos que han generado el problema.

Alberto Grasa